ASCENSION AL POSETS _/\/\__/\_ Historietas que te cagas por Jose Luis Ceballos
Cinco de la mañana, en realidad para mí y para mis compañeros de habitación eran las once del día anterior, uno de nuestros camaradas no había parado de hacer ruidos nasales durante toda la noche por lo que la tarea de concebir el sueño se había convertido en algo realmente complicado.
Salimos todos a la terraza del acogedor hotel en el que nos hospedábamos, el tiempo parecía bueno y el frío nos respetaba, la situación atmosférica era realmente buena para ir a la montaña. Ultimamos los últimos preparativos y bajamos todos ansiosos de comenzar el día.
Fuimos al punto de contacto con el guía que habíamos contratado, este era un hombre de mediana estatura y de una complexión a primera vista bastante débil, digo a primera vista por que luego nos dimos cuenta de todo lo contrario sin duda alguna era un hombre resistente y con una capacidad física envidiable.
Nos montamos en un land rover de los clásicos, de esos que no encuentran límite tan fácilmente y nos pusimos en marcha, en aquel habitáculo íbamos siete personas, parecíamos colegiales en su primer día de colegio, nervios y sobre todo una gran emoción por lo que íbamos a descubrir. La noche estaba sobre nosotros, todavía no se nos habían ciado las legañas y ya habíamos comenzado nuestro periplo alpino.
El primer tramo de ascensión lo hicimos en el coche, este transcurría por un camino sinuoso que iba a darnos acceso al comienzo del valle de Eriste, tuvimos suerte de que fuera de noche así nos evitamos el mal trago de tener que ver los pequeños desniveles que había a cada lado de la carretera, en algunos tramos del camino había piedras y baches que en más de un momento hicieron que nuestras cabezas dieran algún que otro golpe contra el techo del acorazado. El guía aunque aventajado alpinista dejaba algo que desear con un volante entre sus brazos, aunque ninguno de nosotros mostró signos de acojonamiento. joder éramos alpinistas y esto era lo fácil¡¡¡¡.
Cuando llegamos al valle de Eriste antes de comenzar la ascensión todo eran risas y buenas caras, nos dispusimos a comenzar la caminata uno detrás del otro, la primera parte de la ascensión consistía en atravesar el frondoso valle de pino negro clásico del pirineo, a aquellas horas el espectáculo sublime que seguro se levantaba ante nuestros ojos no consistía más que en figuras oscuras y fantasmales que se abrían hacía todos los lados que abarcaba la vista. De fondo el ruido de los torrentes y del riachuelo procedente del deshielo, el paraje era impresionante y misterioso.
Comenzamos a andar por un sendero bien marcado, la pendiente no era muy pronunciada aunque empezamos a sentir el esfuerzo del ejercicio en nuestras prendas, cuando apenas llevábamos media hora tuvimos que realizar la primera parada obligatoria, el calor era insoportable y sudábamos literalmente como pollos.
A medida que avanzábamos el cielo se iba aclarando, ya se podían dislumbrar las primeras luces en lo alto en el pequeño pedazo de cielo que podíamos contemplar. A medida que ascendíamos sorteando raíces y arroyuelos el paisaje se hacia cada vez más hermoso, al fondo las montañas, abajo a la derecha el río, el sonido de los saltos y cascadas, y a nuestros lados vegetación y más vegetación. Durante esta primera parte las fuerzas estaban frescas, y cada uno de nosotros intentaba seguir el ritmo del que le precedía tan solo Roberto empezó a marcarse su propio ritmo, decisión correcta como se podría comprobar al final de la jornada.
A medida que ascendíamos el paisaje cambiaba, los pinos daban paso a los matorrales, normalmente arándanos, el bosque frondoso en el que nos encontrábamos daba paso a una pradera descubierta, la vista ahora si que era impresionante, atrás el valle que acabábamos de ascender, arriba y al fondo los impactantes picos del pirineo, piedra y más piedra a cada cual mas alta.
Una vez superado el tramo final del ascenso al valle, dimos con nuestros huesos en el refugio de Al angelous, este es en la actualidad uno de los mejores de los que hay en el pirineo aragonés, a pesar de ofrecer bebidas calientes y demás, nos quedamos fuera, quizás estrujando y degustando con nuestros ojos el paisaje que se abría ante nosotros.
Estabamos fuertes, y debíamos estarlo pues aún nos quedaba más de la mitad del recorrido. Ahora ya habíamos dejado la media montaña para pasar al terreno alpino, donde las plantas no crecen y las que lo hacen no pasan del medio metro protegiéndose así de las inclemencias de la alta montaña. El terreno ahora se hacía duro, el frescor y la arena del valle daba paso a la aspereza de la roca, dueña y señora de estos parajes.
El siguiente tramo de ascensión lo hacía por las altas laderas de la parte superior del valle, a nuestro paso se expandían cúmulos de rocas, él sortearlas era tarea divertida, aunque nuestras piernas empezaban a sentir el esfuerzo al que estaban siendo sometidas. El terreno se parecía mucho al de la pedriza madrileña, rocas mas o menos circulares y de gran tamaño. Este tramo nos llevo otra horita aproximadamente, al final del mismo repusimos fuerzas junto a las pobres aguas del río, estabamos cerca del nacimiento y el agua no había tenido tiempo suficiente de arrancar los minerales del suelo, esto no suponía ningún problema, llevábamos con nosotros suficientes sustancias energéticas y nutrientes como para mover un tren.
Roberto seguía con su ritmo despacio pero seguro, delante de nosotros nos encontramos con cuatro o cinco vacas, pastando a sus anchas en las últimas hierbas que se atrevían a crecer en el verano, nuestros oídos se deleitaban con el canto de las marmotas, estas junto con los sarrios o rebecos del pirineo constituyen la parte más importante de la zoología alpina pirenaica.
Sorteamos a las vacas, ahora nos encontrábamos como en un cañón, a nuestros lados paredes de roca y delante de nosotros más y más metros de ascenso, al final de la pradera comenzaba el collado de acceso al primer nevero del Posets, este era sin duda el primero de los tramos duros de la ascensión.
Antes de llegar a este nevero mis fuerzas empezaron a flaquear, mas que mis fuerzas mis sucios pulmones, no estaba cansado ni siquiera me dolían demasiado las piernas, pero iba notando como el aire que entraba por mis pulmones no satisfacía en demasía a lo que mis piernas demandaban. Ahora tenía que descansar cada cierto tiempo, y todavía quedaba lo mas duro¡¡¡¡.
Tras evaluar la nieve, el guía decidió que no era necesario el uso de camprones, la nieve estaba blanda y la huella abierta por otros excursionistas era clara y profunda, no suponía ningún riesgo. Mis sensaciones iban empeorando a cada paso que daba, pero entendía que era normal puesto que el esfuerza empezaba a ser considerable.
Habíamos superado la primera de las dificultades y todos mas o menos bien, ahora Roberto no iba el último, según él se encontraba en su terreno, su propia convicción le hacía subir a buen ritmo.
El siguiente escollo de nuestra aventura consistía en una pedrera de unos trescientos metros, las piedras eran esquirlas de rocas más grandes que con el paso del tiempo y que junto con la caída se habían ido erosionando hasta formar ese manto rocoso. El caminar se hacía difícil, hacíamos continuos zigzag evitando la vertical, a veces nos escurríamos puesto que la estabilidad no era lo más destacable de aquel tramo. Mis pulmones se seguían resistiendo y ahora el caminar se me hacía mas lento, las paradas cada veinte pasos, no tenían ningún ritmo de ascensión y todavía quedaban un par de horitas para hacer cumbre.
Superado este penoso tramo, aparecía el segundo de los neveros a superar, al igual que en el anterior no se hizo necesario el uso de camprones, este nevero era más empinado y la huella no era tan clara, el que fuera mas empinado nos obligaba a ir en Zigzag, a mitad del nevero mis fuerzas se disiparon y las paradas eran más constantes que los pasos.........
Llegué el último al principio del ultimo desnivel antes de la cumbre, mientras los demás descansaban y reponían fuerzas, yo me preocupaba de respirar, me costaba mucho y sentía como si no entrase el aire..... iba a tener problemas.
Descansamos durante algunos minutos más, y nos dispusimos a remprender el ascenso, la cumbre estaba ahí mismo en lo que a la visual se refiere, aunque la hora que quedaba hasta el punto más alto iba a ser seguramente la parte mas dura de todo el ascenso.
Me puse la mochila y empece a caminar, no había dado ni tres pasos y ya no podía mas, el peor de mis presentimientos se estaba convirtiendo en realidad. así no podía seguir. Se lo comunique al resto del grupo, lo sentía por ellos y sobre todo por mí... pero no podía dar un paso más. Fue entonces cuando el temor a la lejanía me hizo desistir de nuestro objetivo.... no me encontraba bien y el sitio más cercano se encontraba a cuatro o cinco horas de distancia, ante esta incapacidad mental de sobreponerme, me quede en el sitio inerte como una puta roca de las que nos rodeaban. A medida que pasaba el tiempo cada vez estaba más solo, allí estaban mis compañeros pequeños puntos en lo alto, pero aunque el objetivo final de nuestra excursión fuera la cumbre, me quedaba el consuelo de que lo había intentado, pero siempre tendré clavada esa espinita, estoy convencido de que fue el miedo y no mi cuerpo quien me hizo bloquearme...... de todo se aprende y estoy seguro de que la próxima vez podré tomarme esa ansiada foto con mis compañeros allí donde el cielo es lo mas cercano, allí donde lo mundano queda debajo de nuestros pies, allí donde los problemas desaparecen para dar paso al compañerismo y a la amistad. ,.......como bien decía Maurice Herzog "En la vida de los hombres siempre habrá un Annapurna......" y en este caso mi primera cumbre me había vencido.
firmado: Jose Luis Ceballos
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