Madrid. 18 de mayo 2019. Reseña y aullidos audiovisuales del triunfal concierto de los Howlin’ Ramblers en Gruta 77.
Lo que pasa en la sala Gruta77 suele quedar entre las paredes de esta mítica sala de rock madrileño… pero tenemos muchas ganas de contar el arrollador concierto de los Howlin’ Ramblers en una noche de luna llena, tupés, y mucho estilo pin-up.
Son casi las doce de la noche de un sábado especial. La gruta está llena hasta rebosar. Los fabulosos cuatro, recién llegados de Cadiz con su rambler’s furgoneta negra, salen al escenario como niños que acaban de salir del cole. Adrenalina a flor de piel y la biblia del rock bajo el brazo. Jesús «el Teddy», guitarra acústica y voz, frunce el ceño y la boca: «venimos de muy lejos» dice, mientras saborea un botellín de Mahou, y da inicio al concierto con un homenaje al gran Johnny Cash y la mítica «Home of the blues».
Un, dos…y tres. Los Howlin’ nos trasladan a la década de los cincuenta, con sonidos rockabilly y atmósferas de bares americanos. Su puesta en escena cautiva con un rockabilly juguetón ideal para disfrutarlo mientras abrazamos un botellín de cerveza fría. Vienen del sur, y embriagan con su chispa andaluza y las mejores raíces del rock and roll. El concierto es un festival de rituales para echar a bailar y aparcar los problemas de dinero, las responsabilidades y las preocupaciones de la vida.
Así empieza el huracán. No hay tiempo para parar. Los primeros aullidos marcan el concierto. El publico está totalmente entregado…y suena I’m ready, if you’re willing. La banda sanroqueña lo vuelve todo muy loco y muy frenético. Las canciones van rodando una detrás de otra en un carrusel de aullidos y gamberradas. Juanlu, desde Sevilla, va cacheteando su gran contrabajo tiburón saltando de una parte a otra del escenario, mientras la guitarra de Salva Matt se entremezcla con los estallidos de armonica honky tonk de Pepe Badrriles y la alegría de Juan Ferrer con baquetas howlin’ y escobillas ramblers.
Son geniales. Esta es la señal que hay una nueva ola, que viene del sur, con la cual podemos hacer surf y mover el esqueleto al ritmo de rock. Entre las influencias de los Howlin’ encontramos el alma de los grandes del rock y del hillbilly como Hank Williams, Carl Perkins, Johnny Horton, y una receta secreta que les hace únicos y especiales. Entre leyendas del rock, hay espacio para temas propios como «I’m a hobo» que estrenan esta noche. Un tema del sabor honky tonk que tiene toda la pinta de convertirse en un clásico de la banda.
Un directo muy solido, durante más de una hora y media de buena música, repasando todos los matices del rock, desde el county hasta el blues, con himnos como Take care of my home que el publico corea y baila en la pista.
Los Howlin’ Ramblers siguen imparables en su gira por las salas y los festivales de España. Tienen energía, carisma, y una una buena pizca de sana locura que le permite ser un grupo referente en el panorama rock español, capaz de ofrecer algo realmente distinto, con ingredientes especiales (y secretos), para que su rockabilly sea aún más potente. Demostración de ello, son estos penúltimos aullidos en la gruta del rock madrileño…
La noche no tiene fin. El publico muy entregado, pide a gritos otras canciones y los corona con muestras de gran agradecimiento. El Gruta 77 se ha convertido en una pista de baile… con el público que se sube al escenario en un festín con falda y a lo loco entre aullidos que enloquecen los Madriles.